ENFRENTEMOS NUESTROS SUFRIMIENTO Y ENCONTREMOS REMEDIO A LO QUE NOS DUELE.

 ENFRENTEMOS NUESTROS  SUFRIMIENTO Y ENCONTREMOS REMEDIO A LO QUE NOS  DUELE.

 

 

Una reflexión  basada en el estoicismo.

 

 En cierta ocasión alguien de esos que no se guarda la indiscreción me dijo: A ti si te pasan cosas. Luego de creer desahogarme, contando un suceso que me agobiaba. 

 

Es  de las palabras más ciertas que me han dicho, me han pasado tantas cosas; de seguro a ti también te han pasado otras tantas. Tenemos miles de  historias  de esas que hacen llover los ojitos, por una alegría y también por la tristeza.

 

Creería que soy el  cúmulo de las experiencias que nos toca lidiar y las personas que de alguna manera me han tocado.  La reacción  a las tensiones, la cobardía de no enfrentar lo que me molesta, por qué; creo que cada uno sabe lo que hizo mal y debemos ser responsable de nuestras acciones. Hoy soy las ruinas de un edificio en  reconstrucción, que parte con una pregunta ¿Cómo aprendo a ser más asertiva?

 

Hoy he evolucionado un poco más, todo cambia. Quién se ha quedado con las pieles de la infancia, o quién aún está con la energía de la juventud, todo a su paso va madurando. Así como el árbol madura sus hojas, van cayendo poco a poco. Mira  la naturaleza que tiene sus estaciones ¿Será el hombre inmune a estas cosas?

 

¿Será desafortunado quien no sea tallado con el paso del tiempo? como dijo séneca: aquellos cuyos años han transcurrido entre calamidades, soportan los dolores más intensos con inquebrantable y firme constancia. La asiduidad del infortunio tiene algo bueno, y es que, atormentando sin descanso, concluye por endurecer.

 

Luego de leerlo, me he puesto a pensar. Si realmente todas las cosas que me pasan han tenido la intención de forzar mi carácter, si mis  sufrimientos realmente me han movido a ser quien soy, hoy.

 

Una de las actitudes que más dolor me han causado a lo largo de mi vida, han sido los comentarios de las personas cercanas y es que la vida tiene esa ironía, el que mas te conoce te pincha el corazón con más facilidad. 

 

Anoche tuve un sueño, sobre esto y  amanecí revisando mi vida, las cosas buenas que me han pasado y los comentarios más  icónicos que recuerdo. Sin pensar, he  despertado  algunas pasiones en los que me rodean. Estas cosas me han dicho:

 


  •   No sé cómo le haces. Pero te hecho cuentas y no me da.
  • ·        Te falta chispa.
  • ·        Eres un cadáver inteligente.
  • ·        Pareces en embarazo, porque no vas al gimnasio.
  • ·        Tu si hablas cagadas.
  • ·        No vas  a estudiar más.
  • ·        Eres muy inestable.
  • ·        Tu no sabes hacer eso.

 

Y otras de las acciones que me ponen a pensar, son esos silencios que brotan, al momento de compartir un sueño o un logro. Es una sensación extraña, me duele un poco. Cuando sientes que no comparten tus éxitos. 

 

Dice el estoicismo que uno debe actuar con virtud (Sabiduría, justicia, coraje y templanza) , para ser valorado por otros. Así que a estas alturas de la vida me estoy preguntando ¿A caso no he actuado con virtud? ¿A caso no he compartido, las reglas del juego para que otros ganen también? ¿A caso no he sido respetuosa?

 

Basada en el estoicismo, debo revisar si esas reacciones  las puedo controlar. Si no depende de mí;  me queda aprender a fortalecer mi autoestima, regular mis emociones  y acrecentar mi valor. Aprender que, si algo  no depende de nosotros y no lo podemos cambiar, no tiene sentido sufrir por ello

 

Se trata de como he reaccionado yo a esos comentarios y no  dejar al olvido lo que nos duele, tenemos que mirar a la cara nuestras dolencias y enfrentarlas.  Dice Epicteto que: “No son las cosas que nos perturban, si no nuestra opinión sobre ellas”

 

 

Así que hoy digamos en voz alta: Tengo la intención de sanar todo lo que me duele y me causa sufrimiento.

Hoy tengo la intención de dejarme ser.

Hoy tengo la intención de vivir la vida que quiero.

 Hoy tengo la intención de hablar asertivamente.

Tengo la intención de sanarme, para no herir a nadie intencionalmente.

 

 

 Gracias, Gracias. Gracias a mis asiduos críticos.


«No hay hombre menos afortunado que aquel al que la adversidad olvida, pues no tiene ocasión de ponerse a prueba» —Séneca

 

 

 

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