Ser real también, es decir: “Esto soy, esto me falta”
Y es que hay días en que lo que más deseo, es decir:
Estoy cansada. Me siento con resistencia interior. Hoy me cuesta un poco más.
Que por más claridad que tenga, por más propósito que haya escrito, por más
afirmaciones que haya repetido… hay momentos en los que simplemente no
acciono.
Y me frustro. Me entristezco.
Sí también, hay días en que la vida fluye,
en que todo parece tener sentido,
en que me siento segura, viva, llena de energía,
como si el mundo finalmente hablara mi idioma.
Pero no hay respuesta lógica.
Porque a veces la vida emocional no es lógica.
Es cíclica. Es honda. Es incierta.
Y nos arrastra. Y nos obliga a detenernos, no para castigarnos, sino para
escucharnos.
Para que por fin dejemos de huir de nosotras mismas.
Ser real es poder decir: "Hoy no estoy
bien."
Y saber que eso no nos quita valor.
Ser real es vernos enteras, incluso en los pedazos.
Es no tener que fingir energía cuando por dentro estamos agotadas.
Es reconocer que a veces la claridad mental no alcanza si el alma está cansada.
Y, aun así, incluso en esos días,
hay una parte de mí que sabe.
Sabe que soy profundamente increíble.
Que no tengo que demostrar nada para merecer.
Que mi esencia no se mancha por no ser productiva.
Que no estoy rota, aunque a veces me sienta quebrada.
Entonces, en medio de esa nubla interna, intento hacer lo único que puedo:
Habitarme.
Verme. Escuchar mi propia voz.
No huir de mí.
Hablarme como si hablara con una amiga querida:
"Hoy estoy confusa. Hoy no entiendo. Pero estoy aquí.
Y eso basta.
Hoy no tengo que ser más que eso: presencia con mi propia alma."
Y así, entre los espacios que me doy para tirarme en la cama y hacerme una pregunta o escribir un poco siento que mi alma se acomoda, se aquieta.
Ser real es mirarnos con honestidad interior.
Es una práctica sagrada de amor, es mirarnos con todo lo que hay, con los
miedos y los momentos de acción.
Una forma de quedarnos con nosotras, incluso cuando no nos gustamos.
Un modo de mirar con compasión lo que antes escondíamos.
Y si tú estás ahí, sintiéndote confusa, agotada, irritable,
sin ganas de nada…
no estás sola.
Hoy te abrazo desde mi propia verdad:
la que cansa, la que libera, la que sostiene.
Y entonces, sin necesidad de entenderlo todo,
respiro hondo y me digo:
Libero mis miedos y me dejo llevar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario