LAS PALABAS QUE ME HAN SOSTENIDO.

 

LAS PALABAS QUE ME HAN SOSTENIDO.

 

Escribo para quedarme conmigo cuando quiero huir.
Escribo para no juzgar a la que fui.
Escribo para recordarme que incluso cuando el corazón se cierra, puedo abrir una rendija y quedarme ahí, respirando.

 

Hay días que saco mis libretas viejas y empiezo a releer lo que escribí, me gusta hacerlo para ver el tono de lo escribía, en algunos escritos encuentro rabia y reproches. Y con el paso de los días esos reproches se fueron convirtiendo en esperanza, en sueños, paz interior  y acciones.

 

Escribía con la ilusión de poder entender lo que yo estaba enfrentando, siempre me he hecho muchas preguntas, desde un por qué, cómo estoy en el momento, hasta cómo me quiero sentir luego de mirarme. Y encontré en la escritura una gran compañera y aprendí a tener conversaciones incomodas conmigo misma. Quizás esas que hoy me cuesta tener con los demás y es que la confrontación me hace sentir frágil. A veces solo me voy de esos espacios, por no elegir discutir lo que para mí es claro, cuando tengo un conflicto con alguien, la persona no ve; pero ya, yo he realizado un proceso de introspección y determino si vale la pena o no intentar mejorar esa relación.  

 

En ese momento en que yo sentí que me hablaba con honestidad interior, encontré el valor de la escritura. Observar no es evitar, es notar. Y notar es empezar a ver que partes de mí quiero dejar hablar. Las veces que no actuaba por miedo, los sueños que se repetían una y otra vez y no los emprendía.

 

Empecé a hacerme responsable sin culparme, noté heridas, inseguridades, reacciones defensivas y mucha rumia mental. Comprendí también que no todo requiere una respuesta inmediata, que es importante decir; tómate un momento para tener toda la información clara y decidir. Se compasiva contigo “Lili”

 

Cómo llegue a la escritura. Siempre he tenido una inclinación a escribir, pero hubo un libro que se llama “Las Pequeñas Revoluciones de Elsa Punset” que me atrajo a los ejercicios de introspección, este me hacía muchas preguntas y me sentaba a dar respuesta a ellas. Eran preguntas de conocerse a uno mismo, sobre lo que me apasionaba y cartas a uno mismo. Así me fui creando el hábito de escribir, no solo cuando estaba triste si no cuando sentía que estaba viviendo un buen momento. De hecho, siempre he tenido la idea de escribir un libro sobre todo lo que he vivido.

 

Hubo un momento en mi vida que fue muy oscuro, que lo hablé en un artículo anterior sobre los terrores nocturnos, lo que más me sostuvo en esos días fue escribir lo que sentía, escuchar música positiva y repetir frases que me devolvieran a mi misma, esas de sentirme a salvo, que estaba protegida. Tuve que aprender a quedarme sola sin ruido exterior y el interior se fue a pagando, y empecé a preguntarme sobre mi propósito de vida y así fueron llegando varios libros que le dieron un poco de claridad a esa confusión interna, como La Brújula Interior y El Hombre en Búsqueda de Sentido.

 

Libros que marcaron un antes y un después en mi vida. Me abrieron la posibilidad de verme desde adentro y enseñaron que conocerme no es solo verme yo, es aprender a ver la herida en el otro. Porque cuando reaccionamos desde nuestro impulso nos herimos y herimos a los demás. 

 

Hoy sé que escribir no me salvó una sola vez. Me ha salvado muchas.
Me ha devuelto la atención en mí cuando la perdía, me ha recordado quién soy cuando me sentía confundida.


Y, sobre todo, me ha enseñado que es bueno que el silencio hable primero, cada palabra que nace desde adentro es válida, el aprender a observar antes de reaccionar, pensar en un propósito de vida, escuchar incluso cuando duele, que hay una danza invisible dentro de uno, y si aprendemos a quedarnos un ratito en silencio, a escucharnos, y a escribirnos con honestidad. 

 

La escritura reflexiva nos ayuda a ver que nuestras emociones son una energía que se puede redirigir, no suprimir.

 

No escribas para ser entendida, escribe para no traicionarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario