Cuál ha sido mi experiencia con las emociones predominantes en mi vida.
En mi proceso de conocimiento interior, he notado que las emociones que más han predominado son el miedo, la duda y la tristeza.
El miedo llegó a mí a través de los terrores nocturnos, esa sensación de sentirme perseguida y amenazada en la oscuridad. Junto con él, la tristeza me envolvía al no entender por qué me ocurrían estos episodios. Durante mucho tiempo, sufrí en la sombra de esas noches, sin el descanso necesario, despertando cada mañana con una fatiga y cansancio.
Hoy, con más experiencia y comprometida en disipar mis miedos, he comprendido que esas noches oscuras eran un reflejo de mi mundo interior. Me mostraban emociones reprimidas, una falta de claridad mental y un temor profundo a dejar aflorar mi verdadera esencia. Un miedo a ser juzgada, a no ser aceptada, que en ocasiones se traducía en inseguridad personal.
Es cierto que no en todas las áreas de mi vida experimento inseguridad. No siempre tengo miedo o estoy llena de dudas. Puedo moverme con extrema agilidad en temas que me apasionan y tomar decisiones rápidas cuando algo me mueve desde el alma. Hay tiempos de tiempos, hay momentos en los que tiendo a retraerme y ensimismarme.
Pero he descubierto una dificultad para relacionarme con los demás. Hoy mi apertura emocional es más estricta. El miedo a la oscuridad ha evolucionado en miedo al rechazo, miedo al abandono y miedo a ser herida. Reconocerlo me ha permitido entender lo que necesito sanar. Ya no se trata de la necesidad de encajar en un grupo de amigos, sino de elegir con consciencia a quienes quiero en mi vida. De soltar sin miedo a quienes ya no suman a la versión de mí que hoy construyo.
Comprender estas emociones y su impacto en mi vida me llevó a preguntarme: ¿Cómo identificamos la emoción que nos acompaña día a día? ¿Cómo logro sanar lo que me aleja de mi mejor versión? Y para encontrar esas respuestas me cuestioné de esta manera:
· ¿Cómo me siento cuando estoy sola?
· ¿Cuál es mi estado de ánimo la mayoría del tiempo, me siento triste, animada, positiva, enérgica, irritada o me siento decepcionada?
· ¿Cómo me hacen sentir las personas de las cuales me rodeo?
· ¿Qué percepción tengo de mi vida, siento que estoy en el lugar correcto, me siento conforme con mi proceso?
· ¿Con qué tipo de personas quiero conectar? ¿Qué personas drenan mi energía, me agotan, me sacan de quicio, por quiénes me dejo influenciar?
· ¿Cuáles relaciones me hacen sentir que soy suficiente?
· ¿Cómo han influido esos miedos, dudas e inseguridades en las decisiones que he tomado o dejado de tomar?
· ¿Hay algo en mi presente o en mi pasado que no he podido resolver?
· ¿Qué me estoy reprimiendo?
Esta apertura conmigo misma me está conduciendo a una liberación interior, jamás pensé que esta búsqueda de propósito me enfrentaría a tantos dilemas emocionales, hoy coincido con algunas personas en grupos de apoyo y me siento acompañada, hasta hace poco creía que era la única que se enfrentaba a tantos desafíos internos. Cuando nos atrevemos a hablar de nuestros afrontamientos, podemos encontrarnos con personas que están en ese mismo tránsito o que ya lo han atravesado y se vuelven un motor de cambio.
Reconocer lo que sentimos es el primer paso para empezar a sanarnos. Si descubres que esa emoción predominante está bloqueando tu vida o te genera malestar trabájala a través de la escritura reflexiva, saca cada día 30 minutos de tu tiempo para observarte y empieza a descubrir que tiene para decirte.
Recuerda que, dentro de ti, ya está todo lo que necesitas para avanzar. De seguro la persona que está a tu lado en este momento también tiene algo que resolver, aunque no lo diga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario