DEJAR DE PENSARLO TANTO Y HACERLO
La vida nos presenta constantemente momentos en los que debemos tomar decisiones que pueden cambiar el curso de nuestro camino. Recuerdo claramente la primera vez que decidí tomar las riendas de mi vida. Fue justo después de terminar el bachillerato, tenía 16 años. La preocupación por no poder ir a la universidad era abrumadora, especialmente después de haberme presentado a una universidad pública y no haber pasado. Recuerdo haberle dicho a mi mamá: “Yo aquí no me quiero quedar”. Vivíamos en un municipio sin acceso a la educación superior, y la mejor decisión era migrar a una ciudad más grande, donde había mejores oportunidades.
Así que decidimos que me iría de vacaciones donde una Tía a un municipio cercano. Allí, alentada por mis primos, comencé mis estudios universitarios. Viví con ellos aproximadamente cuatro años, hasta que finalmente me gradué. Fue un proceso de grandes retos, estudiamos de noche, entre aventuras, mojadas y tiradas de dedo (Parar vehículos para que nos llevaran). Esta decisión me ayudó a no quedarme estancada, tuve la fortuna de encontrar cercanos que me alentaron a seguir adelante y me brindaron oportunidades, que supe aprovechar.
El segundo gran momento de decisión en mi vida fue quedarme en la ciudad de Medellín mientras estaba también en unas vacaciones. Esto para estudiar una carrera profesional. Después de haber completado una tecnología donde mi tía, me propuse convertirme en profesional. Durante este tiempo, viví en más de ocho casas, pasando de un amigo a otro, de un familiar a otro. Fue un período de incertidumbre, pero también de determinación. Sabía que debía seguir adelante, sin importar las dificultades.
La tercera gran decisión de mi vida fue irme a vivir sola. Ya estaba terminando la carrera y trabajando, y sentí que era el momento de dar un paso más hacia mi independencia. Pasé de pedir oportunidades de vivienda a ofrecer oportunidades a otros, brindando un lugar a algunos primos y amigos de la familia. Este cambio no solo fue un avance en mi vida personal, sino también en mi capacidad de tomar decisiones firmes y seguras.
Luego vino otro momento decisivo: decidí nuevamente vivir sola cuando mis primos terminaron sus estudios y tomaron sus propios rumbos. Este fue un paso natural, pero igualmente significativo, en mi camino hacia la plena independencia. Ver hoy que cada uno de ellos ha crecido, es muy emocionante, observar su evolución es satisfactorio. Los logros de ellos son una gran motivación para mí y un motivo de orgullo. Visto desde mi espíritu inspirador, siempre me alegro de encontrar personas que nos alienten a seguir adelante, y sé que de alguna manera yo les inyecté un poco de mi esencia. Lo digo desde el reconocimiento de mi valor en la vida de otros, es algo de lo cual me ufano con mucha tranquilidad, sé que he sido importante en la vida de varias personas y también reconozco que hay muchas que han tocado mi vida de tantas maneras. Yo soy lo que soy, gracias a las personas que me he encontrado en el camino. Ese camino algunos días agreste me traído lo que llamamos ángeles, que me dieron la mano para seguir caminando.
El quinto gran momento de mi vida fue renunciar a mi cliente más grande, aquel que me proporcionaba seguridad financiera, pero que también me mantenía en un estado constante de estrés. No me estaba sintiendo bien con las obligaciones laborales, y me di cuenta de que debía tomar una decisión drástica para cuidar mi bienestar. Renunciar no fue fácil, dé hecho antes de tomar la decisión definitiva renuncié sin exagerar unas diez veces, mi cliente no me prestaba atención y a los días se me pasaba la molestia y seguía trabajando como si nada. Pero un día movido por un fuerte coraje interior decidí decir hasta aquí, ya no más.
A veces hay que dejar de pensarlo tanto y simplemente hacerlo. Esa decisión desencadenó una crisis de propósito profesional, pero también me abrió las puertas para replantear mi vida y encontrar un camino que realmente me hiciera feliz. Fue esto lo que me empujó a acercarme a una lista de hobbies y pasiones para seguir, buscando encontrarme con la satisfacción personal. Fue a partir de ese momento que decidí vivir una vida con más propósito, encontrar a la par de mi trabajo actividades que me dieran ese hilo de motivación y crecimiento diario, salir un poco de mi zona de confort. No puedo decir que fue fácil, la crisis existencial que tuve desencadenó muchas emociones en mí, sentimientos que hoy estoy sobrellevando con más esperanza.
Cada una de estas decisiones marcó un antes y un después en mi vida. A través de ellas, aprendí que no podemos permitirnos quedar atrapados en la duda o el miedo. La acción, aunque a veces arriesgada, es lo que nos lleva a nuevos horizontes. Dejar de pensarlo tanto y hacerlo ha sido una lección constante en mi vida, una que me ha permitido crecer, aprender y, sobre todo, encontrar mi verdadero camino. A veces me toca obligarme a actuar, porque sin quererlo el miedo a los nuevo me abraza y la sensación de no ver los resultados rápido me agobia.
Nota del Autor:
Hoy me puse a cacharrear con la inteligencia artificial y esta me ayudó a corregir mi texto. Aunque la estructura y el contenido reflejan mis experiencias y perspectivas personales, la asistencia tecnológica ayudó a dar forma y claridad al texto. Aprecio el apoyo de esta herramienta para expresar mis ideas y espero que el artículo resuene y sea de ayuda para quienes lo lean.
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