NOS CUESTA TANTO DECIR QUE ESTAMOS PASANDO POR UN MAL MOMENTO
Tememos decir que no estamos bien, para no incomodar a las otras personas o sentirnos vulnerables ¿Te has sentido alguna vez, en esa situación de no saber cómo pedir ayuda? ¿Has estado del lado del que no sabe qué decir? Cuando se da cuenta, que una persona no está bien emocionalmente.
No es fácil manifestar nuestras emociones por dos razones, que identifico:
- Por nuestra forma intrínseca de resolver los conflictos de la vida.
-
Por ser tildados de inmaduros emocionales o débiles
Solemos
juzgar las expresiones de malestar en la salud mental que tiene el otro, y su actitud
de afrontarlos, comparando la forma en que yo lo hago. Si actúo en silencio, pensamos que el otro es
un exagerado por hablar abiertamente de lo que está padeciendo y creemos que
nuestra forma de reaccionar es la correcta.
Me gusta mucho una conversación sobre la revolución emocional de la psicóloga – Inma Puig que dice:” Todas las personas necesitamos lo mismo para sentirnos bien, lo único que cambia es la dosis”. Ella realiza una comparación del hombre con las plantas.”
“Esta comparación está basada en que cada tipo de planta necesita agua, sol, corriente de aire y sombra de acuerdo con su propia naturaleza y que debemos aprender a distinguir eso, para que pueda salir a flote. A sí somos los seres humanos, por lo cual; hay que ponerse en el lugar de cada persona, siguiendo su propia anatomía. Cada persona requiere una escucha y una atención según su forma de ser”
Desde mis experiencias, las veces que me encontrado angustiada y con ataques de pánico, mi vida no ha estado sometida a muchos conflictos, de hecho, creo que he estado en unos buenos momentos, o por lo menos eso he creído yo.
De un momento a otro, he entrado en ese, no sentirme a gusto con nada de lo que hago, una falta de energía y una apatía por hacer cosas que antes disfrutaba, me he alejado de personas y he buscado refugio en la soledad.
La primera vez que sufrí de terrores nocturnos, no busqué ayuda profesional. Creí que me estaba volviendo loca y no hablé mucho del tema por el temor de que esas experiencias fueran catalogadas con experiencias oscuras y que las palabras del otro, en vez de ayudarme a salir a flote me perturbaran más la mente. Así que busqué, solo palabras de luz.
Esta segunda vez que inicie los ataques de pánico, han sido diferente. Recuerdo muy bien las palabras de la psicóloga “Liliana; ya lo has padecido; sabes cómo afrontarlo”. Esas palabras fueron muy reconfortantes, me permitieron ver, qué debía encontrar la forma para afrontarlos y que efectivamente entrenar mi mente era una de las mejores aliadas.
Hoy puedo hablar más abiertamente del tema, y quiero invitarlos a que digan de manera natural que están atravesando momentos que no son fáciles para ustedes, que encuentren a esos profesionales que los pueden ayudar y se rodeen de personas que los quieran ver bien.
No dejes de pedir ayuda por temer ser débil o vulnerable, si no expresas lo que sientes, que sea porque tienes la fortaleza para sanarte a ti mismo. No por temor a lo que piensen los demás.
Deberíamos hablar más a menudo de nuestra salud mental, y aunque es un tema muy personal, no podemos negarnos la posibilidad de encontrar ayuda, por el simple hecho de parecer poco cuerdos y de creer dejar heridas abiertas para que nos lastimen.
Una de las razones por las que me nació hablar de este tema, es porque los programas de salud mental no dan abasto para atender a tantas personas que buscan equilibrar sus vidas, por ejemplo, en mi caso, llevo días esperando una cita para iniciar una terapia y hasta la fecha no me ha sido atendida.
Cuando escuches que una persona no está bien, pon un poco de empatía, aunque no hayas vívido lo mismo, no quiere decir que el otro no lo pueda sentir. Hay personas que no encuentran una salida, si la has encontrado tú, agradece a la vida.
No es fácil entender algo hasta que no lo vivimos, pero no vivirlo; no es excusa para juzgar las experiencias del otro.
Has estado en una situación así, déjame un comentario.
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