No sé qué rumbo tomar en mi vida.
Sin justificar mi falta de disciplina en seguir algunos planes, suelo tener la percepción de que no todas las crisis que me pasan son culpa mía, hay desafíos que nos pone la vida misma, cuando nos alejamos de nuestro llamado interior, cuando esa validación interna no llega, así que nos toca ir probando. Hasta descubrir ese, esto es lo que andaba buscando.
Entonces; ¡Lili tú crees, que la vida te exige! Creo que hay un ordenamiento interior que nos plantea unos interrogantes y nos ocasiona un torbellino de dudas, y en ese interrogatorio interior resulta esa frase popular ¿Para qué estoy en este mundo?
La experiencia que he tenido en algunas de mis crisis personales, me permite decir que ese cuestionamiento sobre nuestra existencia aquí en la tierra; es inherente al ser humano y llega en cualquier momento, de hecho, creo que nadie es ajeno a ello. Y tal vez en esos que uno cree que son nuestros mejores tiempos. Cuando nos hemos alejado de las intenciones trazadas y al desoírnos, empezamos a sentirnos inconformes con la vida que llevamos.
Hay una frase que me gusta mucho, no sé de quien es y la colocaré aquí arbitrariamente “No creo que haya nacido, para pagar facturas y morir”
Es precisamente esa sensación de ¡Siento que estoy hecha para algo más!
Han escuchado hablar de las corazonadas o de la intuición, esa vocecita siempre nos está impulsando a descubrirnos en el día a día, esa señal es la que nos inquieta y esa inquietud interior, es la que nos llama a la búsqueda de nuestra propia verdad.
¡Nuestra propia verdad! ¿y qué es eso? La verdad de cada uno son los aprendizajes obtenidos desde que nacemos, las experiencias y los desafíos afrontados para llevar la vida que llevamos, es todo lo que resuena válido para nosotros, eso que creemos nos acercará a nuestros propósitos y por lo que solemos apostar. Todos los valores que nos mueven y el criterio que tenemos para defender nuestra filosofía de vida.
¿Filosofía de vida? sí; cada uno de nosotros tiene una forma de vivir, basada en las decisiones que tomamos diariamente, los apalancamientos que encontramos, las cosas que nos gustan y los actos que defendemos.
Cada persona tiene su lenguaje propio, como se conecta consigo mismo y con los demás. Por eso somos únicos, aunque las experiencias vividas sean muy parecidas, los aprendizajes no, cada uno extrae lo que requiere para sí, en ese momento.
Los sentimientos de dar vueltas o las crisis son para mí una oportunidad, que nos permite revisar los planos que creemos necesitar para llevar nuestra existencia, y digo creemos, porque muchas veces las cosas que nos planteamos se salen de ese control y terminamos haciendo cosas imaginadas, que pueden resultar muy placenteras y experiencias únicas.
Estas experiencias inesperadas le dan un aire de mágica a la vida, son como regalos del universo, son formas de decirnos que no todo es inmóvil y que debemos confiar en el ir y venir de este camino.
Al final la forma en que yo abordo la vida hoy; es mi cúmulo de experiencias, son el resultado de las respuestas que he encontrado a mis propios interrogantes; eso me permite decir: esto me pasó, así lo abordé, esto me sirvió, esto no hice y creo que no fue algo acertado, al omitir esto descubrí que por ahí no era, dejé de hacer y por el contrario me salió muy bien.
Quiero decirte a ti que me lees, tu camino como el mío es único; recuerda que siempre hay llamados a parar, para disfrutar y escoger un nuevo rumbo.
Sin importar en qué dirección vayas hoy, la brújula que te indicará si vas bien es ese sentirte en paz contigo mismo y no temas que te juzguen si estas dando muchas vueltas, estas probando que no es para ti.
Como dice Viktor Frankl en mi libro favorito “Nadie puede juzgar, a menos que haya estado en la misma situación y no hubiese hecho lo mismo”
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