¿QUÉ VES EN MÍ Y EN LOS OTROS?
A veces me siento un poco alocada con mis ideas y creencias. He llegado a pensar que todo lo que experimento tiene un sentido existencial. Me he hecho amiga de esa conexión con mis propias sensaciones, de cómo mi energía me acerca y me aleja de algunas personas, y del impacto que tienen en mí mis pasiones.
Justo ayer leía un artículo de una persona brillante, de esas que me encanta escuchar, de los que podría tener cerca y pasar horas explorando su visión. Me detuve en la forma en que se definía a sí mismo: posibilista. La palabra me fascinó. Me gustaría saber por qué resonaba tanto en su vida. Mientras tanto, me lo imagino como alguien que crea lo que otros consideran imposible, un soñador audaz que convierte sus visiones en realidad. Quizás lo estoy idealizando, pero esa es la sensación que me produce: me cautiva su intelecto, su capacidad de innovación, y la forma en que asume un liderazgo transformacional.
Tal vez me gusta porque coincidimos en ciertas cosas. Ambos compartimos el amor por la escritura, el interés en el liderazgo y la creencia en la visualización. Yo también tengo una palabra de vida: libertad.
La libertad de ser y de crear, de construirnos con honestidad, de seguir los valores que guían nuestra vida. La libertad de apreciar esos paisajes que nos dejan sin aliento y de reconocer a las personas que, sin saberlo, dan luz a nuestro día. Otra persona que me inspira es una mujer apasionada, creativa, y tan ingeniosa que provoca en mí una sonrisa sincera cada vez que la veo crear algo nuevo. La percibo segura, intuitiva, como alguien que vive con la certeza de que puede materializar cualquier cosa que imagine. Es como si irradiara poder creativo.
Estoy en una etapa de mi vida en la que resuenan conmigo las personas chispeantes, aquellas de mente abierta y alma inquieta. Esas que se atreven a crear, que hablan con brillo en los ojos sobre sus sueños, que creen en sí mismas, que irradian pasión, que te roban una sonrisa al pasar. Las percibo como dueñas de sus vidas.
Pero ¿qué ocurre dentro de nosotros cuando vemos esa belleza en los demás? ¿Qué despierta esa atracción y esa sensación de familiaridad sin siquiera conocer a alguien? Dicen que lo que admiramos en los demás es un reflejo de cualidades que ya poseemos o que anhelamos desarrollar en nuestro propio interior. La ley del espejo sugiere que, en cada mirada de admiración, hay un deseo por vernos también a nosotros así: apasionados, creativos, libres.
Esa admiración nos inspira porque es un recordatorio de nuestro propio potencial. Nos impulsa a redescubrirnos y a explorar lo que somos capaces de crear cuando seguimos fielmente nuestros impulsos interiores. Porque tal vez, en última instancia, al ver la belleza en otros estamos viendo un reflejo de la nuestra.
Al observar a aquellos que me inspiran, noto que lo que admiro en ellos también resuena en mí. Son personas que, de algún modo, proyectan cualidades que despiertan en mí un eco profundo. Es como si, al ver en ellos esa fuerza, pasión o autenticidad, descubriera también mis propios anhelos y aspectos que quiero explorar en mi interior.
¿Qué piensas tú? ¿Qué cualidades poseen las personas que resuenan contigo? déjame un comentario.